Mucho se ha escrito sobre esta antigua práctica. Poco queda por innovar, en el sentido puro del movimiento.
El graffiti como expresión callejera que se limita a los tags, firmas y letras, es una práctica que se remonta a los hombres de las cavernas. Ellos, lejos de hablar y mantener un lenguaje como el que conocemos, expresaban sus sentimientos y vivencias por medio de dibujos en la piedra. Si bien esta actividad no es considerada como parte del graffiti actual, es de aquí donde surge la necesidad de manifestar nuestra existencia en las paredes. Es además, la forma mas antigua de hacernos existir, de saber que estamos aquí, pero también de inmortalizar un momento para la posteridad. El hombre por primera vez, es consciente de su finitud.
Graffiti ubicado en Av. Sarmiento y Laprida (Resistencia-Chaco)
Con el pasar de los milenios, el hombre fue mutando y adoptó diferentes estilos al marcar las paredes. Surgieron las pinturas, los frescos y murales, los cuales fueron adoptados por la institución para su perfección. Pero como bien sabemos a lo largo de la historia, siempre existieron manifestaciones que se ejercieron a la par de la academia pero en circuitos "marginales". Personas que por diferentes motivos, decidieron alejarse de la impronta hegemónica y discutir los mandatos propuestos, pero en otros espacios, con otros lenguajes y bajo códigos propios.
De aquí nace el graffiti contemporáneo. Una expresión inicialmente característica de la cultura punk y del hip hop, con sus raíces en New York. El graffiti vino a demostrar que cualquiera podía dejar una marca en la ciudad, apropiarse de ella y hacer arte. El devenir de estas prácticas trajo consigo una incansable discusión académica sobre su condición ontológica artística, es decir, si realmente el graffiti es o no arte y porqué lo es.
Pero mas allá de posicionarme sobre las características del graffiti o su consecuente evolución, hoy mi mirada está puesta sobre un recurso de este movimiento. Lo que en simples palabras nombro: la reafirmación del ego. A mirar el graffiti como una exacerbación del individualismo, que tanto nos han remarcado las publicidades y el consumo capitalista a lo largo de estas últimas décadas.
Pared repleta de graffitis y otras expresiones de street art, lugar y fecha desconocido.
Siempre dicen que el arte es un reflejo del alma, de lo que vemos y sentimos. Un espejo de nuestro interior. ¿Podría ser entonces el graffiti un modelo de la sociedad actual? Suena pretenciosa la pregunta, pero no deja de inquietarme la relación del arte con la época que se encuentra inserto.
Así como el cavernícola plasmaba en las rocas, las imágenes de los animales que cazaba, sus temores y las tempestades climáticas, lo mismo ocurre con el grafitero que "escribe" incansablemente su firma por múltiples soportes del espacio urbano. El escritor (llamado así por la comunidad grafitera) repite su firma al estilo de un logotipo comercial. Es su marca, la insignia que consolida su individualidad en una ciudad que tiende a diluirla.
Graffitis ubicados en calle Rodriguez Peña 739 (Resistencia-Chaco).
Por medio del mecanismo de la repetición, el escritor esparce su firma hasta lugares que parecen imposibles de acceder. Varían los colores, el tamaño de la firma o el estilo en la ubicación, pero la producción siempre es la misma, su seudónimo. En esto consiste el juego del graffiti: una propagación masiva de la firma, en el espacio público, sin tener en cuenta el soporte elegido, es decir que no se establece un diálogo con las superficies utilizadas. Un mecanismo muy similar al de la publicidad, que tiende a extender su mensaje a lo largo y ancho de la urbe.
Poco importa, en estos tiempos, la densidad con la que los carteles publicitarios dominan nuestros espacios. Algunas personas ni siquiera notan esta dominación, pero se sienten indignadas cuando observan una pared repleta de tags.
Publicidad en el Time Square (New York).
Callejón en Berlín cubierto de graffitis (Alemania)
—degrada la arquitectura —afirman otros.
La pregunta es ¿Se refieren al graffiti o a la publicidad?
¿Por qué nos aqueja un muro abandonado con firmas de diversos estilos y no un banner de McDonald's del tamaño de una vivienda?
¿Somos críticos realmente con lo que nos rodea?
¿No es acaso el graffiti un reflejo de lo que los artistas observan diariamente por las calles?
Redacción e idea: Indiana Got
Fotografías cortesía de:
-Franco Da Dalt
-Imágenes tomadas de Google
Bibliografía consultada:
-Rodríguez, M. R., Rodríguez, L. V., de los Ángeles Celis, M. A., & García, H. A. R. (2017). El grafiti como artefacto comunicador de las ciudades: una revisión de literatura. Encuentros, 15(1), 77-89.
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