El postgraffiti como movimiento artístico surge por primera vez en los
ochenta, en Estados Unidos y en Europa, a la par del graffiti pero con menos relevancia. Sin embargo, al tratarse de una expresión
informal y callejera que nace sin el fenómeno de internet, fue recién en el
cambio de siglo cuando el movimiento adquiere reconocimiento mundial.
Esta transición entre los siglos, dio lugar a
cambios radicales en las artes del Nordeste Argentino: nuevos lenguajes aparecieron
en las artes de esta región a partir de diferentes procesos que afectaron la
escena artística. Comenta Geat (2017) que las artes visuales del Nordeste Argentino
de los últimos treinta años, condensaron propuestas heterogéneas, algunas de
carácter efímero y precario, que desafiaron los procesos de patrimonialización
de las instituciones artísticas. A su vez la autora afirma que al mismo tiempo
promovieron la reflexión sobre los lugares de circulación del arte y cuestionaron
los contenidos de las obras tradicionales. De esta manera, aparecieron por las
paredes de la ciudad, múltiples pintadas callejeras, intervenciones, obras
efímeras y graffiti que intentaron
romper con el arte elitista, cerrado e intelectual que adoraba la crítica
especializada de la época.
El espacio público fue el escenario principal
que dio lugar a los cambios que plantearon los artistas contemporáneos. En
Resistencia se identifican los primeros postgraffiti
en el año 2004. Éstos se encontraban de manera esporádica, no así como los
murales y las esculturas que se emplazaban masivamente en veredas y espacios comunes.
A su vez tampoco existían trabajos teóricos que aborden estas prácticas, por lo
que la gente podía observar pero rara vez entendían la propuesta artística.
Una de las obras más significativas del
momento fue las “Bicicletas de Rosario” de Fernando Traverso, que hasta el
momento se desconoce si fue el mismo artista quien las pintó en nuestra ciudad,
o algún anónimo. Esta serie de stencils
representan la ausencia de aquellos
desaparecidos Rosarinos durante la última dictadura cívico militar de la Argentina. Como la obra fue tan aceptada por la crítica,
generó un fenómeno social que reprodujo el estilo en varias ciudades, y entre
ellas quedó marcada la ciudad de Resistencia. Las bicis se encontraban de
tamaño natural, pintadas en negro o verde. Las más conocidas en el colegio
Zorrilla y en el Museo de la Memoria, ambas frente a la plaza 25 de Mayo.
Actualmente ya no están, pero si buscamos en google Streets todavía aparece la
imagen de una de ellas.
Poco a poco la capital se pobló de producciones informales. “Artistas como Diego Figueroa, Alejandra Muñoz, Cristian ICE y el Grupo WE comenzaron a intervenir los muros de edificios públicos y casas particulares con stencils, sellos y postgraffiti dirigidos al transeúnte capitalino de las cuatro avenidas. Sus producciones trataban sobre cuestiones que iban desde los modos de ser-chaqueño, la salud de la población o el imaginario femenino sobre las estudiantes de los colegios católicos. Por medio de la ironía, la precariedad y lo efímero, los artistas se expresaron sobre cuestiones de la identidad resistenciana” (Geat, 2017, p. 5).
Así también lo registra el “Blog del Profe
Marcelo” en el año 2007, con dos producciones ampliamente conocidas para los transeúntes
que recorrieron el centro de la ciudad a pie. Se trataban de stencils ubicados en la esquina entre
calles Arturo Illia, y Arbo y Blanco. Dichas producciones fueron esparcidas en
varios muros de la capital, pero en la esquina antes mencionada es donde
pudimos obtener un registro de las mismas. Uno de los stencils se titula “Pienso, luego Google” y el otro “Usá el Marote”.
Ambos de autor desconocido hasta la fecha.
Figura 3: Pienso luego Google, Stencil. Ilia y Arbo y Blanco.
Usá el Marote es un stencil de la silueta de una cabeza, con la cavidad del cerebro
transparente que nos permite ver el contenido de adentro. El cerebro es
representado como una rueda dentada con una llave al costado, dando a entender
que el acto de pensar es parte de un gran engranaje que funciona de manera
continua e interconectada con otras partes. Abajo, la frase de la obra en
imprenta mayúscula. La palabra Marote es un lunfardo argentino referido a la
cabeza pero no como una parte del cuerpo sino remitiendo al pensamiento, a la mente.
Esta obra aparece cuando internet llega de manera plena a la ciudad; si bien internet
surge en 1995, es recién en 2005 cuando algunas personas más adineradas tienen
acceso a la red en sus casas, pero destinaban este recurso a tareas laborales. Había
que esperar hasta el 2007 para que la mayoría de los resistencianos pudiesen
tener una computadora con internet en sus hogares. Esto produjo una
transformación en la manera de pensar y reflexionar de las personas,
encontrando todas las respuestas a un solo click.
Y de alguna manera generó cuestionamientos dentro de la sociedad, como toda
novedad que viene a reemplazar algo
viejo. Al observar Usá el Marote, entendemos que internet es un recurso, pero no
reemplaza nuestro cerebro, nuestro criterio e identidad. “La web en sí misma es
inútil. Son los millones de marotes los que cotidianamente resignifican internet;
y más aún cuando esos marotes pensantes están interconectados y socializando lo
que tienen dentro” (Blog del profe Marcelo, 2007).
La otra producción mantiene el estilo visual
y la tipografía de Usá el Marote. Se lee con imprenta mayúscula “Pienso luego
Google” y arriba los rostros de los Tres Chiflados (conocidos cómicos de la
televisión estadounidense en los treinta). Nuevamente se plantea el surgimiento
de internet y su relación con los ciudadanos. A su vez, toma la célebre frase
de Descartes para ofrecer una nueva mirada hacia los tiempos contemporáneos. Ya
no se trata de pensar para saber que existimos, sino de manifestarnos dentro de
la red a través de múltiples motores de búsqueda y de redes sociales que nos
dan la pauta que estamos aquí. Stencils
que quizás hoy podrían resultar obsoletos pero que poseen valor documental
porque expresaron el ideal de una sociedad en transición, que le decía adiós al
modelo analógico y expresaba los miedos del porvenir.
Para ir finalizando con el escrito me interesa destacar otro de los primeros postgraffiti de la ciudad, que era un stencil con el rostro de Marilyn Monroe. La mayoría de las prácticas se daban dentro del casco céntrico de Resistencia, y en los barrios se limitaba a las pintadas o tags. Pero cuando tenía 9 años, jugando a la escondida (un juego muy popular dentro de Latinoamérica sobre todo en la niñez de los noventa) atravesé el patio de un vecino para esconderme detrás de un muro, y mis ojos captaron una imagen que pasó fugazmente mientras me escondía. Cuando vuelvo a mirar detenidamente, el rostro de Marilyn estaba ahí, oculto pero a la vez visible. No entendía por qué ese dibujo estaba allí, quien lo pintó, que significado tenía. Recuerdo que me gustó muchísimo por el efecto sorpresa que produjo en mí, porque sentía que la obra estaba “escondida” (como el juego que jugaba ese día) y yo la había encontrado al azar. Con el paso de los años me olvidé completamente de este episodio y hace poco tiempo, en una de mis exploraciones urbanas, reconocí la misma imagen, aunque prácticamente borrada por el paso del tiempo. Lo curioso es que mantenía el mismo estilo en la localización: ubicada en la parte transversal de un muro de ladrillos, anónima y un poco escondida. La imagen de abajo es la producción actual, que es idéntica a la que me encontré hace 17 años atrás.
Con estas producciones puedo identificar que
además de utilizar el street art como medio para democratizar el arte, los
artistas usaron el espacio público y el stencil
(particularmente) como una forma de crítica social, ya que desarrollaban sus
prácticas artísticas en un espacio común a todos, y expresaban ideas breves
pero claras que mantenían el interés en los transeúntes. Estos efectos de
sorpresa, de encontrarse con la obra en un lugar no convencional para el arte,
de utilizar el anonimato, de tomar temas de actualidad, y de explorar el
espacio público como escenario para el arte callejero, fueron los pilares que
estas producciones tomaron para dar voz hacia un nuevo sector, alejado de la
academia y del museo, y que dio origen al postgraffiti
resistenciano.
Idea y redacción:
Got Indiana
Bibliografía:
- Ashley Dowd, Irene Cambra Badii. La ciudad como territorio de la memoria. Una visión a través del arte. (pp.
51-69). Recuperado
de: https://www.aesthethika.org/La-ciudad-como-territorio-de-la
- El blog del Profe Marcelo. Recuperado de: http://elprofemarcelo.blogspot.com/2007/10/pienso-luego-luego-googgle-filosofa-y.html
Geat, A. (2017) POÉTICAS IDENTITARIAS E IMAGINARIOS SOCIALES. PRECARIEDAD, IRONÍA Y FUGACIDAD EN EL ARTE ARGENTINO CONTEMPORÁNEO.
Got, I (2020) “Nunca Sé” (2013-2018). Una aproximación a las relaciones entre street art y postgraffiti en el espacio público. UNNE.
Las bicicletas de rosario. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Las_bicicletas_de_Rosario#cite_note-:1-6
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